Deshonra o Muerte |Ensayo| - Maximiliano Bonnettini

01.04.2015 14:39

¡¿Deshonra o muerte?!

 

Esta pregunta dice mucho más de lo que esconde; vemos que los conceptos que se ponen en balanza (deshonra y muerte), no son explícitamente relativos, aunque a lo largo de la historia, y más aún en los principios de la historia de la filosofía, han hecho eco y han perturbado más de una mente.


Ya nos ha contado Platón en su apología, el pasaje de los últimos tiempos de Sócrates, un gran, para algunos el más grande, filósofo de la historia.

Es así que nos propondremos llegar hasta ese cuestionamiento que nos hará elegir, entre -la muerte o la deshonra-.

Podríamos caer en el relativismo al buscar enjuiciar la actitud humana frente a la muerte, pero teniendo ciertas nociones críticas, sobre la ética, la moral, y ante todo, sobre lo bueno, como bueno en sí, deberíamos seguir ciertos patrones al momento de concluir las premisas y analizarlo desde un punto de vista imparcial, incluso, por encima de nuestra conveniencia. Esto, claro, de querer seguir la línea de lo justo.
Lo que nos propone esta pregunta, es pensar que si no es la muerte, es la deshonra y no más, cayendo en una dicotomía que desde una postura de bonhomía, debería tomarse solo como opción, la muerte; Así como Parménides habría seguido el camino del ser en su poema.

 

Tal cual en la apología de Sócrates, de Platón,  como en la vida real, uno puede apreciar que ciertas personas y personajes viven de manera más honrosa que otras. Esto se debe a que tenemos cierta noción conciente de lo que es bueno, o quizá de saber qué es lo malo y actuar por el contrario; no obstante, bajo la influencia mundana de los vicios y las vicisitudes, más de una persona se desprende de sus principios y de su moral, para arrojarse a los brazos de la hipocresía, cayendo en contradicciones consigo mismo, cosa que, claramente hace, que perdamos credibilidad y respeto frente al resto de la gente  y no solo eso, sino que podría, muy probablemente, atentar contra los derechos y la moral de otras personas.
Estos actos, deshonrosos son peores que la muerte, incluso frente a acusaciones de este tipo de gente, la que deshonra, uno se siente culpable, claro, si es que a uno lo acusan de lo que es.

Es decir, de lo que uno hace, cómo a Sócrates, que fue acusado de manera injuriosa por ser como era, ya que tergiversando los hechos alegaban a que fuese sentenciado por corromper a los jóvenes, por lo que él decía. Mientras que Sócrates respondía con altura a preguntas como: “¿No te arrepientes, Sócrates, de haberte dedicado a una ocupación por la que ahora tal vez debas morir?”, otros temían por su respuesta.

Sócrates no consideraba el riesgo de vivir o morir, sino el análisis al obrar, de hacer cosas justas o injustas; lo que ya deslumbraría con el porvenir de esta pregunta.


Claramente explícito está, que uno no debe atenerse más que a la deshonra, es decir, al mal actuar, a lo indebido, a lo indigno; y no recaer con calumnias sobre uno mismo, siendo incluso, inconsecuente con su propia sabiduría.

No basta incluso con adquirir conocimientos, si no se utilizan de la forma más sabia posible. Ya se han visto muchos inquisidores faltos de la virtuosa humildad, cosa que siempre denota, como en cualquier otra persona, una expresión incompleta e impura del ser, vasta en problemas superfluos de caracteres mucho más estéticos, que éticos, o comprensivos, algo que sin duda, bifurca más la comunicación, sectorizándola en canales que cíclicamente se vician en un vaivén  de perfecta imperfección.

Como diría Carlos Alberto Solari “Dios es todo y no puede progresar”.  Cuando uno se cree dios, se exime a sí mismo del Nous, del progreso y de la evolución, del tipo que sea. Cuando uno vive solo para si mismo, y para lo suyo, comienza a depender tanto de todo, que se pierde vagamente en la deshonra silenciosa, como viciado de los humos de un falso progreso, mintiéndose a sí mismo, temiendo la llegada de la muerte, pero irónicamente, sintiéndose como si fuera el motor inmóvil Para Aristóteles.